viernes, 17 de octubre de 2014

Mito

Con la aparición del pensamiento racional, y de su heredera la ciencia, los progresos han sido muy grandes. 
Lo que para aquellos hombre primitivos fueron enigmas, a día de hoy lo observamos como conciencia y conocimiento.
Estamos construyendo un mundo, en donde las fantasías etéreas del pasado salen de la ecuación para dar paso a la realidad, para dar paso a la evidencia.

Épocas de sequía, enfermedades, plagas… ¿sería aquello algún tipo de castigo?.
Así surge la creencia en el destino, como esa fuerza etérea que marca nuestras vidas. Todo lo que nos ocurre está ya escrito y no hay nada que podamos hacer para cambiarlo.  Hasta que en la antigua Grecia, Tales de Mileto inicio la revelación cognitiva que nos llevaría hasta lo que hoy en día entendemos por conocimiento basado en evidencia. Esto fue el paso del mito a la razón.
Con “el mito de la caverna” Platón se refiere a la situación del ser humano frente al conocimiento. Con este mito Platón intenta explicar la existencia de dos mundo:

-El mundo sensible, conocido a través de los sentidos.
-El mundo de las ideas, sólo alcanzable mediante la razón.

Platón planteó en su alegoría una taberna en la que permanecían desde su nacimiento, unos hombres prisioneros. Estos estaban anclados por el cuello y las piernas contra un muro, de forma que únicamente podían mirar hacia la pared de la caverna. Tras la pared en la que están anclados, hay un pasillo con una hoguera por el cual caminan unos hombres que llevan todo tipo de figuras que los sobrepasan, unas con forma humana y otras con forma de animales. Estos caminantes que transportan estatuas, a veces mantienen conversaciones que los esclavos oyen. Los cautivos, al estar anclados, no han visto nada más que las sombras proyectadas por el fuego en el fondo de la caverna y llegan a creer (al no tener otro tipo de educación) que aquello que ven no son sombras, sino objetos reales.
En este momento, Glaucón (el interlocutor de Sócrates) afirma que está muy convencido de que los encadenados considerarán las sombras como reales, ya que es lo único que conocen. Una vez que Platón ha comprobado que Glaucón ha comprendido la situación, le explica que si uno de estos cautivos  fuese liberado y saliese al mundo exterior, tendría graves dificultades en adaptarse a la luz del sol, por lo que para no quedarse ciego, buscaría sombras y más adelante iría acostumbrándose a mirar los objetos y finalmente descubría la belleza que compone el cosmos.
Asombrado, se daría cuenta de que puede contemplar con nitidez las cosas, el esplendor de las figuras….
En el mito, Platón hacer entrar de nuevo al prisionero al interior de la caverna, para que de la buena noticia a los prisioneros. Una vez allí, intenta explicarles que ha visto la realidad que ellos viven en un mundo falso de sombras. Los de abajo lo toman como un loco y se ríen de él. Los esclavos amenazaban al esclavo huido con que si les liberaba, le matarían.


En este mito, el ser humano se identifica con los prisioneros. Por otro lado, las sombras de los hombres y de las cosas que se proyectan son las apariencias (lo que captamos a través de los sentidos y lo que pensamos que es real).  El mundo sensible.
El mundo de las ideas sería el mundo que está fuera de la caverna y que los prisioneros no ven, en el cual, la máxima idea (la idea del bien), está representada por el sol.
El prisionero que logra salir de la caverna y conoce el mundo real es el que deberá guiar a los demás es el símbolo del filósofo.
“Solo aquellos capaces de superar el dolor que supondría liberarse de las cadenas y volver a mover sus músculos podrán contemplar el mundo de las ideas con sus inutilizados ojos”. Platón.
Platón nos muestra con su mito la pluralidad de su pensamiento.
Según el semiólogo Roland Barthes, el mito “no se define por el objeto de su mensaje sino por la forma en que se lo profiere: sus límites son formales, no sustanciales. Cada objeto del mundo puede pasar de una existencia cerrada, muda, a un estado oral, abierto a la apropiación de la sociedad, pues ninguna ley, natural o no, impide hablar de las cosas.”
También dice Barthes que el mito es “un habla elegida por la historia: no surge de la ‘naturaleza’ de las cosas. Este habla es un mensaje y, por lo tanto, no necesariamente debe ser oral; puede estar formada de escrituras y representaciones”.

El mitólogo está encargado de sacar de la caverna platónica a todos los lectores de mitos y limpiarlos de toda doxa. Cada elemento de la alegoría de la caverna de Platón tiene su correspondiente en la realidad: “El antro subterráneo es este mundo visible, el fuego que lo ilumina, la luz del sol; el cautivo que sube a la región superior y la contempla es el alma que se eleva hasta la esfera inteligible”. 

Confrontando las ideas de Platón con la propuesta de Barthes, las apariencias representan los metalenguajes que se han postrado sobre el primer plano de significación, o la esencia en Platón.

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